Nacho Rodríguez jugador de baloncesto

Resumen de la entrevista con Nacho Rodríguez en la web de JotDown

Nacho Rodríguez, nacido en Málaga el 2 de septiembre de 1970, es un exjugador de baloncesto que saltó a la fama como base del Unicaja y luego tuvo una exitosa carrera en el Barcelona. Pasó por una época de transición en la selección española y experimentó un descenso personal en Valladolid. También estuvo siete años en política en Andalucía y jugó un papel crucial en la reconstrucción de la sección de baloncesto del Barcelona.

Nacho creció en el barrio de El Limonar en Málaga, pero pasó la mayor parte de su infancia en El Palo, donde estaba su colegio, el San Estanislao de Kostka. Fue allí donde comenzó a jugar al baloncesto. Sus padres eran de clase media; su padre era director de una oficina de Caja Rural y su madre era ama de casa.

Su primer recuerdo relacionado con el baloncesto es ver los partidos de la Segunda División de su hermano Juanma en San Estanislao. Nacho es un cristiano practicante y conserva los valores que aprendió en su educación jesuita: esfuerzo, compromiso, generosidad y honestidad.

Aunque jugaba al fútbol y al fútbol sala, e incluso fue portero de balonmano federado, Nacho decidió dedicarse al baloncesto a los 13 o 14 años. Su equipo, el San Estanislao, competía con Maristas y Caja de Ronda, y fue entonces cuando se dio cuenta de que debía dedicarse más al baloncesto.

Nacho Rodríguez perdió a dos hermanos cuando era joven. Javi fue atropellado por un taxi cuando Nacho era muy pequeño, y Álvaro, que era periodista, murió repentinamente de meningitis en 1994 a la edad de 28 años. Nacho cree que todo lo bueno que le ha pasado en la vida ha sido gracias a sus dos hermanos que le cuidan desde el cielo.

En cuanto a su carrera en el baloncesto, Nacho fue fichado por Maristas en lugar de Caja de Ronda debido a la influencia de su hermano Juanma, que ya estaba en Maristas. Además, el entrenador era Pedro Ramírez, que era el ayudante de Javier Imbroda en el primer equipo. Nacho recuerda que la rivalidad en las categorías inferiores era intensa, pero siempre en un ambiente sano y deportivo.

Con el tiempo, se hizo evidente que no tenía sentido que dos clubes de Málaga coexistieran en la ACB. A pesar de la reticencia inicial, especialmente por parte de Unicaja, la fusión de los dos clubes resultó ser lo mejor para la ciudad. Nacho cree que la creación de un gran equipo a partir de la unión de los dos fue muy positiva.

Nacho lamenta que los niños de hoy en día no puedan competir con sus colegios como él lo hizo. Cree que los clubes son demasiado serios y profesionales, y que se ha perdido la cercanía y la familiaridad. En su generación, Caja de Ronda solía ganar la mayoría de las veces, pero su equipo logró ser campeones de Andalucía junior y llegaron al Campeonato de España.

Nacho Rodríguez fue el único jugador del Mayoral Maristas que formó parte de la fusión con Unicaja. Aunque al principio no sabía si se quedaría, finalmente decidió quedarse y asumir más responsabilidad. Conocía bien a los entrenadores Javier Imbroda y Pedro Ramírez, y sabía lo exigentes que eran. Nacho se esforzó mucho para adaptarse a sus nuevos compañeros e intentar ganar minutos y la confianza de todos.

Javier Imbroda fue una figura clave en la carrera de Nacho, hasta el punto de que lo considera su segundo padre. Imbroda le ayudó mucho en temas personales, dándole tranquilidad y orientándolo en su carrera. Sin embargo, tuvieron un desacuerdo después de que descendieran juntos con el Grupo Capitol Valladolid en la temporada 2007-08. Imbroda acusó a Nacho de no estar involucrado, lo que Nacho consideró fuera de lugar.

Después de muchos años, se reconciliaron poco antes de la muerte de Imbroda. Hablaron sobre el problema de Valladolid y quedaron para seguir charlando. Nacho lamenta haber perdido durante muchos años a una persona clave en su vida que podría haberle ayudado en muchas situaciones.

En cuanto al Unicaja que estuvo a punto de ganar una liga al Barça en 1995, Nacho recuerda que había una gran química entre los jugadores y que el equipo estaba muy bien construido. Había un buen equilibrio entre los jugadores interiores y exteriores, y los roles estaban perfectamente definidos. Según Nacho, Javier y Pedro hicieron un baloncesto muy moderno y actual, con un alto nivel de exigencia y una buena preparación de los partidos.

Nacho Rodríguez recuerda con cariño el ambiente de Ciudad Jardín, donde la gente estaba muy cerca físicamente. Sin embargo, siente que la construcción del Martín Carpena cambió eso, alejando a la afición de los jugadores.

En cuanto al triple que Mike Ansley no logró en el cuarto partido de la final, Nacho cree que fue una buena decisión ya que Mike llevaba treinta y tantos puntos en ese momento. Aunque no ganaron, Nacho dice que se dieron cuenta de lo que habían logrado por cómo la gente lo había tomado en Málaga.

Nacho llegó al Barcelona a los 28 años, tres años después de haber llegado a un acuerdo verbal con el presidente del Unicaja para que le dejaran ir si venía un club grande. Aunque muchos no entendieron su adiós en Málaga y fue abucheado cada vez que jugaba allí con la camiseta del Barça, Nacho insiste en que su decisión de irse no fue económica, sino deportiva.

A pesar de las dificultades, Nacho no guarda rencor y dice que nunca le ha dado importancia al hecho de que su camiseta no esté retirada en el club. Sin embargo, cree que deberían haber retirado la camiseta de Javier Imbroda en vida como un homenaje a su papel clave en esa etapa.

Nacho Rodríguez siente que la historia de Unicaja a menudo se pasa por alto antes de que comenzaran a ganar títulos en 2000-2001. Aunque no se le ha reconocido individualmente por el club, cree que hay un trabajo detrás de una serie de personas, jugadores y técnicos que no ha sido justamente reconocido.

Nacho también menciona que el club Unicaja parece estar en buena salud ahora, gracias al presidente actual, Antonio López Nieto. El club está muy involucrado con la ciudad y realiza muchos actos sociales, algo que Nacho y sus compañeros de equipo también hacían hace 30 años.

En cuanto a su tiempo en el Palau, Nacho pasó de ser titular indiscutible en Málaga a ser el suplente del base estrella, primero Sasha Djordjevic y luego Saras Jasikevicius. Aunque al principio le costó adaptarse a su nuevo rol, finalmente lo hizo y tuvo mucho éxito, ganando cuatro Ligas ACB, dos Copas del Rey y una Euroliga en los seis años que estuvo allí.

Nacho siempre ha sido conocido como un jugador de equipo, algo que le gustaba a su entrenador Aíto. Recuerda una vez cuando Aíto les pidió a todos que escribieran cuántos minutos creían que debían jugar, y Nacho fue el único que escribió 15 o 20 minutos. Sabía que si quería jugar en el Barcelona y ganar títulos, no podía jugar 30 minutos como en Málaga. Aíto le ayudó a entender su rol y a adaptarse a él, algo por lo que Nacho le tiene mucho respeto.

Nacho Rodríguez terminó su carrera en Ciencias del Deporte en Barcelona, un logro que valora mucho ya que le abrió muchas puertas posteriormente. A pesar de su apretada agenda como jugador de baloncesto, dedicaba sus días libres a asistir a la facultad y se quedaba hasta principios de julio para hacer exámenes, incluso después de que terminaran las temporadas.

Durante su tiempo en Barcelona, Nacho también destacó por su compromiso con la formación continua, tanto dentro como fuera de la cancha. Recuerda cómo Aíto, su entrenador, cambiaba la hora de los entrenamientos para permitirle asistir a los exámenes y cómo fomentaba la cultura entre los jugadores, organizando visitas a museos y catedrales durante los viajes.

En cuanto a su carrera internacional, Nacho fue 125 veces internacional, aunque la mayoría de ellas en una época considerada árida para la selección. Debutó en 1995 en el Eurobasket en Grecia y formó parte de una nueva generación de jugadores que buscaban cambiar las cosas. Aunque no tuvieron éxito inicialmente, lograron un gran avance en el Mundial de 1998, donde quedaron quintos. Nacho cree que fue en ese año cuando se empezó a crear lo que ahora se conoce como “La Familia”.

Finalmente, su esfuerzo y dedicación se vieron recompensados con una medalla de plata en el Eurobasket de 1999, un logro que nadie esperaba. Nacho atribuye este éxito a la unión del equipo y a su ética de trabajo, más que a su talento individual. Recuerda con cariño cómo se ayudaban mutuamente, algo que no había experimentado en sus primeros años con la selección.

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